domingo, 29 de junio de 2008

Reflexiones inconexas

Se pasó la noche, hace frío. La punzada en la sien izquierda me recuerda la aplazada visita al doctor. Me duelen los hombros como si aún estuviera cargando tu sonrisa. Debo vender el coche. Creo que me he vuelto prescindible. ¿Dónde dejé las palabras? Mañana es domingo, no quiero que se acabe. Ya perdí la cuenta de las madrugadas, paso las tardes durmiendo. Esa lágrima salió sin razón alguna. Creo que la canción ya sonó diez veces. Quiero que me abracen. Una cerveza o dos o tres, eso me hubiera gustado. Cortarme el pelo pronto. Llevar el cheque al banco. Qué mensaje tan extraño, no supe quien era. Quiero vestirme como en los sesenta y bailar canciones de los Beatles toda la noche. Ah bien, la computadora le pone la mayúscula a Beatles en automático, debe ser fan. Tengo la sensación de que me mintieron. El hombro izquierdo es el que me duele más ¿será la postura? No sé estar en silencio. Este fue un buen recuerdo. Total que no encuentro como poner la lista de blogs que leo, no creo que sea tan difícil pero no puedo. Me encantaría hacer una fiesta y escuchar sus voces y sus sonrisas y conocer sus ojos ¿a qué velocidad parpadean? Hablando de ojos, creo que necesito otra graduación en los lentes y hablando de graduaciones la mía no estará lista si no termino la tesis. Me duele el estómago, es pura angustia. No confirmamos la cita, supongo que la demoraremos como siempre. Ni una palabra, el capítulo no avanzó ni una palabra. Son las 4.49 a.m., tengo hambre y me comí la botana en la tarde, sólo tengo cereal y leche. Este fue un mal recuerdo. Guardo rencor, colecciono rencor, pudro rencor, reciclo rencor, lo pondré en una caja y cuando pase el camión de la basura la aviento muy al fondo. Me hace falta una blusa azul y una sonrisa más constante. Es preciso que salga de casa para visitar a mis amigos, quiero hablarles, me hacen feliz ¿ya no te quiero? Olvidé las reglas de puntuación, tengo dudas gramaticales. Seguro ella me hablará mañana. Descansaré unas tres horas y luego a trabajar. He pensado mucho en mis tíos. La comida estaba rica. No, no voy a pagar la luz esta semana ni la próxima, me haré tiempo después. Hay mucho polvo. Me cuesta trabajo pensar en este momento. A mi me parece evidente porqué está solo. Fueron mis últimos pagos. Ver el mar, necesito ver el mar. Debo hacerlo. Debo hacerlo. Debo hacerlo. No creo que me de tiempo. Voy por agua, tengo sed. Tengo sueño. Estoy cansada de ti, me desgastas las yemas de los dedos. Ya no te quiero.

miércoles, 11 de junio de 2008

¿Qué nos pasó?

Se me perdieron los años en tu piel. Se me perdió tu piel en los años. Tenía besos tuyos en cada centímetro de la corteza de mi cuerpo. Ahora me quedan sólo unos pocos en la punta de la nariz, en los labios cerrados o en la frente. Y mis talones (que se vuelven locos por ser mejillas) se marchitan sin que los riegues.
A veces llegaban flores, que navegaban por tus manos, antes de que amaneciera. Me inventabas poemas para erosionar mi cuello, mis brazos, mi vientre en el que vivías. La única distancia que existía entre nosotros era el paso de tu aliento por mi pelo. No tejías pretextos cuando mi sonrisa buscaba descansar a la sombra de tu cintura. Te echo de menos. Te quiero mucho aún. Te tomo de la mano —casi siempre recibes la mía— y comienzo a caminar a tu lado con mucho cuidado. Nuestro deseo ha envejecido tanto y tan rápido que me da miedo se colapse en el siguiente paso. No es un reclamo, no siento que nos falte cariño. Qué sé yo, es raro, contigo mi desolación se siente acompañada y mi desnudez completamente cubierta…

lunes, 2 de junio de 2008

Miranda

No podía, pero por fin recuerdo la última vez que te vi. Eras completamente clara, salvo por las obscuras medias lunas que se han empeñado en poblar el amancer de tu mirada. Cada que te pienso te lloro. Te lloramos todos. No tengo valor para ir a verte, te suplico que me perdones, perdona a esta cobarde que no deja de preguntarse a quién o a qué hay que ir a reclamarle por todo lo que te ha pasado. Sé que debería ir, pero también sé que no te voy a encontrar entre sábanas blancas y tubos transparentes, tengo miedo. Y es que tú también eres blanca y transparente. Así son los ángeles. Dice tu mami que lloras cuando los que te visitan lloran. Si me paro a tu lado te voy a contagiar de tristeza y yo ya no quiero que te duela nada. Así que ya te están saliendo las alas ¿no? Pues vuela, pronto, alto, lejos, debe existir un lugar donde puedas reírte más de lo que lo hiciste aquí, donde puedas vernos, hablar, caminar, gritar fuerte todo lo que se te ocurra. No resistas, vuela Miranda. Regresa a las estrellas, allá a donde perteneces, este mundo nuestro te hizo daño. Eres un cometa de azúcar, cruza el cielo, sé libre preciosa. No te olvides de nosotros, pasa a sonreírnos de vez en cuando ¿quieres? Déjanos una caricia por allí, cuando puedas, porque te queremos mucho. Tienes los ojos más hermosos que he visto. Hubiera querido cargarte más seguido, pero me parecías muy frágil, no quería lastimarte. Te dejo un beso en la luna, por favor, déjame el tuyo de vuelta.