martes, 27 de noviembre de 2007

Ojos que no ven, ¿corazón que se miente?

La verdad es que me gustan mucho los hombres y no puedo evitarlo, está en mi esencia, aunque a mi marido, a ese si no lo dejo, es mejor que cualquiera de los que he tenido pero yo los necesito a todos. Esta fue la confesión que me hizo la chica que me atiende en mi cocina económica favorita —y como no lo va a ser si te ofrecen café o té con piquete para el almuerzo— y son, además, las palabras que me han dado vueltas en los últimos días, no porque me sorprenda la confesión misma, sino por la frecuencia con la que he escuchado, e incluso vivido, situaciones similares.
Parece que las relaciones de uno a uno sólo tienen tres opciones: a) desaparecer b) ser la mentira más vieja del mundo c) convertirse en una de esas rarezas antiguas, difíciles de encontrar, complicadas de mantener y siempre expuestas a la envidia o el robo. Las relaciones abiertas son lo de hoy, aunque alguna de las dos partes no sepa que está en una, se ignore que tan abierta es o las condiciones bajo las que se está desarrollando.
Lo más importante para disfrutar una de estas relaciones múltiples es el lado en el que se juega. Por supuesto que es más fácil involucrarse con varias personas cuando se está seguro del amor o la lealtad de todas ellas (o por lo menos de un amante fiel y asiduo) a descubrir que el otro (o los otros) necesitan más amor porque el que tú prodigas no es suficiente y entonces vienen las comparaciones, los reclamos, los gritos y los cuestionamientos que parecían resueltos cuando, al principio, ambos enunciaron: “no somos exclusivos, yo tengo y necesito a otras personas, lo siento, soy así” o bien, sin enunciarlo y queriendo asegurarse del europeismo propio se pensó en silencio “no somos exclusivos, tiene y necesita a otras personas, ni modo, así es esto, con que no me de cuenta es suficiente”.
Con que no me de cuenta es suficiente...esa parece ser la clave del asunto, esa y el “con que a mi me trate bien” se perfilan como el binomio perfecto para andar por la vida con varias parejas que a su vez tienen otras parejas.
Pero dentro de toda esta red de libertades hay condiciones que no se terminaron de exponer y aunque la gente no pregunte o el otro lo oculte bien, siempre hay algo. Las decisiones son difíciles ¿cuál de todas las parejas es en la que recaerá la confianza sexual, la académica, la de los momentos estúpidos? ¿cuánto se valorará el silencio y la falta de cuestionamientos? ¿de verdad al otro no le interesa si hay alguien más? ¿no le lastimara que te acuestes con otro pero sí que te enamores de otro o viceversa? ¿puede sonar el celular sin que te molestes porque se aleja de ti para contestar? ¿y si es a ti a quien no te contestan o sabes que se movieron para que “alguien” no escuche? O aún peor, si te toca saber que tienen una cita o te toca verlos...¿hay suficiente razón para que el estómago no duela y el pecho no se te quede hueco, al igual que el cerebro? (en esta última situación hay mucho peligro, si se te acaba la razón puedes terminar montando escenas muy ridículas).
Cada quien es consciente de sus límites y su fortaleza, de sus parejas y sus condiciones, he conocido a muchas personas con relaciones abiertas, algunas mejor definidas o más fuertes que otras, pero no he conocido a nadie que salga sin rasguños de una de ellas —aunque tampoco he conocido a nadie que no salga lastimado de una relación cerrada—. No es ninguna novedad, el amor duele y puede que duela más si hay más personas involucradas, te duelen todos, les sufres a todos, los quieres a todos, o bien, te duelen los otros de tu pareja, los sufres, desearías que desaparecieran ¿por qué no habrías de ser suficiente si trabajas tan duro para que estar bien? ¿porqué si escoges a alguien para que sea el más importante él o ella no hizo lo mismo contigo?
Los pactos son difíciles, los acuerdos múltiples verbales o de facto aún más, la honestidad duele, la lealtad es complicada, ¿de verdad se puede con todo esto?...no tengo las respuestas, no sé si alguien las tenga (pero respuestas limpias, de esas que les benefician a los principales involucrados, no nadamás las que le convienen a una sola persona). No sé bien, es más, no sé nada, creo que lo único que puede quedar verdaderamente abierto en una relación abierta es el corazón, para bien o para mal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como dijo Madrazo: "¿Quién dice que no se puede?"